Con el fin de evitarnos algunos de los males producidos por el Covid-19 y aconsejados también por nuestros hijos que en todo momento han velado por nuestra salud; un buen día de finales de octubre del presente año nos desplazamos a una casita de campo que mis cuñados tienen en la antigua carretera de Granada. Ambas parejas, ya jubiladas; decidimos de común acuerdo, que lo más conveniente en estas circunstancias era el aislarnos un poco de la ciudad y estar en contacto con la naturaleza, hasta que se haga un poco de luz y llegue esa tan cacareada por los medios "vacuna", que nos lleve un poco "a la normalidad". Este hecho me recuerda a los años de mi juventud, cuando en el colegio leíamos el Decamerón de Boccacio tras la peste negra declarada en Florencia y un grupo de diez jóvenes se marchan de la ciudad y cada día van relatando sus historias.
Desde este lugar, sigo publicando pequeñas anécdotas ya que la Universidad Popular permanece cerrada y sólo contadas exposiciones mantienen el ritmo cultural de nuestra ciudad.
Paso los días, cuidando los jardines y sacando adelante algunos árboles, que espero que para el próximo verano den ya sus frutos. También caminando los días que no llueve, contemplando las aguas cristalinas del río y descubriendo nuevos paisajes para mis pinturas.
Junto a la chimenea, con unas buenas lecturas, animada conversación y una cerveza con una buena tapa, se pasa el tiempo, a la espera de que esto pueda cambiar y nos podamos ver y abrazar.
Os deseamos una Navidad todo lo tranquila que nos lo podamos permitir y que el 2021 nos haga olvidar este aciago 2020.
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