¡¡¡ NUEVA SECCIÓN !!! Accede a mi recetario de cocina tradicional de Jaén pinchando sobre el cocinero. (Si no me ves en tu móvil accede a la versión web en el pie del blog)
miércoles, 27 de enero de 2021
LEYENDA DE LA MONA DE LA CATEDRAL XXII
sábado, 23 de enero de 2021
EN LA EXPOSICIÓN DE MANUEL KAISER "EL PINTOR DEL SILENCIO"
S/ Teresa Ortega
Nace en Jaén en 1946, pintor de extensa producción y de intensa espiritualidad en su obra desde lo sencillo y cotidiano de nuestro entorno más inmediato, poesía, lirismo y verdad en sus retratos, paisajes, figuras y bodegones.Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Jaén y en Escuelas Superiores de San Carlos de Valencia y San Fernando de Madrid. Obtuvo la Cátedra de Dibujo Artístico en la Escuela de Arte José Nogué.
Ha mostrado sus dibujos, grabados y pinturas en múltiples exposiciones colectivas por Sevilla, Jaén, Segovia, Madrid, Barcelona, Córdoba, Washinton y Granada.
"LA FIGURACIÓN TRANSIDA"
"Cuando pienso en el campo de trigo, primero labro la tierra y luego siembro... y con la esperanza espero el brotar de nuevas espigas".
Es una reflexión del propio Manuel Kaiser Zapata, el pintor que nos muestra una parte de su extraordinaria y vasta producción, la relacionada con la campiña de Mengibar: una campiña con la que convivió durante los ocho años que mantuvo su domicilio en este pueblo y de la que se enamoró tan profundamente que ya nunca ha dejado de soñarla y recrearla a través de su pintura, de la inmanencia de la siembra y la trascendencia de la cosecha mediante la contemplación mística que funde el cuerpo y el alma del amante con el objeto amado. Manuel Kaiser no pinta como ve sino como siente, porque - dice él- tiene los ojos en el corazón.
A Kaiser le interesa en sus obras la expresión interior para expresarse y comunicarse, la transfiguración de la realidad; no las oquedades y voluptuosidades que ofrece la tierra sino el latido amoroso que vivifica la esperanza, no los surcos que suben y bajan por los suaves cerros, sino la sementera que espera impaciente su germinación; no el aire limpio y azul que aleja, sino la atmósfera íntima, violácea que llena de significados el tiempo y el espacio. No el horizonte nítido, sino una línea silenciosa y difuminada donde se funden libertad y existencia.
Kaiser se acerca a los paisajes naturales de los campos y de los frutos con mirada machadiana y actitud franciscana. El artista quiere pintar el diálogo espiritual entre lo creado y lo cotidiano: su destino es el regreso de la Creación a su verdadero origen. El pintor rechaza los modelos vacios, las imágenes fijas y congeladas de la realidad. Busca el rastro donde exista vida; de ahí que incorpore, tierras, ramas, hojas a sus óleos. Acrílicos, sanguinas, lápices, tintas, carboncillos.. en una simbiosis de la que resultan texturas y densidades muy pictóricas.
Sus bodegones y naturalezas muertas, están rodeadas de una espiritualidad monacal. La campiña que nos ofrece es todavía virgen. Poco después, la degradación ocasionada por un irrespetuoso progreso debido a factores de rentabilidad, plantando casetas con techos de uralita o colocando postes de telefonía; hacen que la estética y la ética afeen algo natural y bello.